Los más jóvenes no lo recordarán, pero Jean-François Hernández fue un sobrio y fornido central francés que militó en el Atlético de Madrid en la infausta temporada 2000/01; infausta porque el Atlético había de competir en la Segunda división y más infausta todavía, si cabe, porque no se lograría en retorno a Primera ‘a las primeras de cambio’ como hubiera sido deseable, razonable y, sobre todo, exigible.
De origen español (su apellido le delata), nació en la localidad francesa de Tours (23 de abril de 1969) y comenzó su carrera futbolística en el Toulouse, donde permaneció 6 años, hasta 1994. Una temporada en el Sochaux y casi tres en el Olympique de Marsella fueron la antesala de su llegada a España. Pero, antes de repasar su salto al futbol español, detengámonos en un hecho fundamental para esta historia: durante su estancia Marsella, nacieron sus dos hijos varones, fruto de su matrimonio con la francesa Laurence Py: Lucas Hernández (14 de febrero de 1996) y Theo Hernández (6 de octubre de 1997).
Jean-Francois Hernández llegaría a España de la mano de la SD Compostela mediada la temporada 1997/98. Permanecería allí apenas unos pocos meses, yéndose nadie sabe muy bien porqué y desembarcando en el Rayo Vallecano, donde hizo, durante dos campañas, una pareja de centrales inolvidable con Diego Cota, el eterno capitán rayista.
Tras dos campañas allí, el Atlético de Madrid, recién descendido a Segunda, decidió que, para volver a Primera, había que huir de la calidad como tal y que era mejor apostar por jugadores sobrios, duros… La renovación fue absoluta; y para muestra un botón: en el centro de la defensa, solo permaneció Santi Denia, marchándose el argentino Jose Chamot y los paraguayos Ayala y Gamarra (¿La mejor pareja de centrales del mundo???!!!) Y así llego al Calderón el primer Hernández de esta historia. Aunque tuvo ciertos momentos brillantes, su temporada no puede calificarse, ni mucho menos, de destacada; ni en colectivo, ni en lo personal: las lesiones y la competencia (llegarían aquel año, como reemplazo de los sudamericanos, Ivan Amaya – también del Rayo-, el argentino Juan Gomez -mediocentro procedente de la Real Sociedad, pero que acabaría jugando de central y el bosnio Mirsad Hibic) hicieron que no jugase ni la mitad de los partidos.
Volvería, en el verano de 2001, al Rayo Vallecano, donde se retiraría un año más tarde. Pero no se retiró solo del futbol; se ‘retiró’ también de su familia: abandonaría a su mujer y a sus dos hijos pequeños Theo y Lucas (con 5 y 6 años, respectivamente) para irse con la televisiva Sonia Moldes.
Y Theo y Lucas quedaron afincados en Madrid con su madre; en la localidad de Majadahonda, en concreto. Y, años más tarde, comenzaron a exhibir sus habilidades futbolísticas en el equipo local. Habilidades tales que hicieron que Theo, en primer lugar, fue llamado por el Atlético de Madrid para realizar una prueba a fin de tantear su posible incorporación al equipo rojiblanco. Cuenta su propia madre, Laurence Py, que el día de la prueba de Theo, no tenía con quien dejar a Lucas por lo que se lo llevo a la prueba. Y, durante la prueba, Lucas se puso a jugar con un balón en la banda, llamando también la atención de los ojeadores del Atlético. Resultado: ambos fueron incorporados a las categorías inferiores del Atlético de Madrid.
A partir de ahí, la historia es ya más visible para el gran público: ambos fueron gestándose como dos grandes proyectos de futuro y todo hacía indicar que, de no truncarse nada, los dos llegarían a ser piezas importantes en el Atlético de Madrid. Sin embargo, mientras iban gestándose estos proyectos de futbolistas, con trayectorias casi gemelas, empezaron a surgir diferencias en sus trayectorias, voluntarias o involuntarias, casuales o causales.
A nivel de club, Lucas llegó antes a debutar en Primera División: seria con el Atlético, el 3 de diciembre de 2014, en un encuentro de Copa del Rey ante L’Hospitalet, convirtiéndose en miembro de pleno derecho de la primera plantilla atlético en el verano de 2015. Y aquí sigue… teniendo cada día más y más protagonismo en el primer equipo rojiblanco.
Theo, seguramente debido al año de diferencia que les separa (y puede que a otras cuestiones), llegaría al final de esa temporada 2015/16 al primer filial del Atlético. A partir de ahí, las cosas se desarrollaron muy rápido para el menor de los Hernández: debut con el filial, algunas convocatorias con el primer equipo, pretemporada 2016/17 a la ordenes de Diego Pablo Simeone… y cesión al Alavés.
Temporada espectacular en el equipo vitoriano que hizo que, atraído por los cantos de sirena y los millones que llegaban de Concha Espina, rompiese con todo su pasado rojiblanco y cambiase de acera, camino del Bernabéu, en el verano de 2017. Fracaso absoluto en su primera temporada como merengue, críticas a mansalva (seguramente, más que merecidas) y cesión a la Real Sociedad en esta campaña 2018/19
A nivel de selección, ambos se decantaron, al menos, en un principio, por la francesa, la del país que les vio nacer (aunque no les haya criado). Theo recorrió los escalones de la sub-18, sub-19 y sub 20 pero nunca llego a debutar con la sub-21; de hecho, fue convocado y no llegó a presentarse. Hay quien dice su idea era jugar con la española. A día de hoy, huelga decirlo, su convocatoria con cualquier de las dos resulta una absoluta quimera.
Lucas, por su parte, recorrió todos los escalones inferiores: sub-16, sub-18, sub-20 y sub-21. Y sus notables actuaciones tanto en el Atlético de Madrid como en las categorías inferiores de la selección francesa, provocaron la llamada de Didier Deschamps para la selección absoluta en marzo de 2018. También hay quien dice que él hubiera preferido jugar con la española (habría que ver si la normativa FIFA lo hubiese permitido) pero la llamada de Deschamps inclino la balanza.
Lo que vino después puede considerarse como un cuento de hadas, el sueño máximo de un niño que aspira a ser alguien dentro del mundo del fútbol: apenas pocos meses después, entra en la lista definitiva de la selección francesa para el Mundial de Rusia 2018 y se proclama campeón del mundo con apenas 22 años.
Si volvemos la vista atrás y reflexionamos, nos daremos cuenta el verdadero punto de inflexión de las trayectorias de los dos hermanos está en el verano de 2017; aquel en el que Theo, tras su cesión en el Alavés, decide no regresar a la disciplina del Atlético de Madrid (de hecho, no ha llegado a debutar con el primer equipo) e irse al Real Madrid, con los resultados conocidos hasta el momento.
Theo es un lateral izquierdo puro, mientras que Lucas es (o era) un central que puede acomodar su posición, de manera más que notable, al lateral izquierdo. Filipe Luis empieza a tener ya una cierta edad (no está para jugar dos partidos por semana, reconocido por el mismo) y tiene una cierta tendencia a las lesiones. Sin la clara alternativa que podría haber resultado Theo, Simeone decide seguir apostando por Lucas como reemplazo del brasileño; y los resultados están ahí: al margen del título de Europa League y de Supercopa de Europa con el Atlético (titular en ambos encuentros, por cierto) Lucas se proclama campeón del mundo con su selección, como lateral izquierdo (cuestión nada baladí, cuando no es su posición ‘original’), siendo titular indiscutible y siendo reconocido por la prensa como uno de los mejores en su posición.
La pregunta es inevitable: ¿hubiese cambiado algo, tanto para uno como otro hermano, si Theo hubiese vuelta a la disciplina atlética en el verano de 2017?